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A lo largo de la historia, los periodos de descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo, los reinos europeos, tomaron la decisión de resguardar y asegurar su dominio sobre los territorios descubiertos y los que se están por descubrir. Es por ello, que se utilizo a las Bulas, que corresponden a documentos pontificios y jurídicos, que ayudaron a establecer relaciones mediante un método transparente y legal entre los reinos.
El rol de la Iglesia era de suma importancia, viéndose involucrada en todos los aspectos de la vida de los hombres, adema de ser la encargada de elevar los valores espirituales, a la práctica y sobretodo preservar la fe cristiana, se veía involucrada en temas de política internacional. Los reinos de la Península Ibérica, Castilla y Aragón por ser grandes potencias ameritaban los mismos intereses expansionistas es por esto que en el año 1493 se decreta la Bula Menor Intercaetera otorgada por el Papa Alejandro VI, aclarando de esta manera la definición de un meridiano al oeste de las tierras que fueran “ halladas y por hallar” por parte de la Corona de Castilla.
En el contexto que se emite esta Bula, se puede mencionar que entre 1474 y 1479, ocurrían una serie de procesos internos en Castilla, todo por la resolución del heredero al trono, los seguidores de Juana
La importancia histórica que tuvieron las Bulas Alejandrinas para el contexto que se tenía en este momento, fue que marcaron un hito respecto al Derecho Indiano, ya que se aplicaron en conjunto una serie de normas jurídicas de uso exclusivo para América durante la conquista, que permitió que estas dos Coronas siguieran sus rumbos sin llegar a caer en futuros conflictos bélicos , “ Las Bulas Alejandrinas se convirtieron en la respuesta pontificia al descubrimiento de América y pueden hacer ver la conquista como una especie de caso de conciencia, porque si el Papa medio entre dos coronas o dono algunas tierras, cargo las conciencias de la evangelización.”[1]
De esta manera las coronas con estas Bulas se aseguran Internacionalmente teniendo como mediador la figura insigne del Papa, interviniendo y traspasando la fe a estos territorios descubiertos.
[1] Patiño Uriel, “La Iglesia en América Latina: Una mirada histórica al proceso evangelizado”, San Pablo, Pp, 57.